Cuando yo era pequeña el 1 y 2 de noviembre era momento de encuentro con nuestro pasado, fotos de personas que no estaban, visitas al cementerio, huesitos de santo, buñuelos, sobremesa larga recordando a las personas que se habían ido… En el cole, ya con 11-12 años la profesora de inglés nos hablaba de halloween, era una lección del libro recuerdo, calabazas, susto o muerte, esqueletos, caramelos, la tradición proveniente de ensuciar las casas para ahuyentar a los espíritus o zombis que salían de sus tumbas esa noche y se llevaban a los niños…etc. Veíamos una peli, comíamos algún dulce y poco más. De adolescente y jovencita salía por la noche con mis amigos, mucha gente iba disfrazada, otros no, yo solía ser del grupo de los que sí, nos vestíamos, nos reíamos y disfrutábamos del momento como una fiesta más, sabiendo que formaba parte de una «representación exportada» y teniendo claro cuál era nuestra creencia sobre la muerte.
Ahora siento que esa fiesta nos ha invadido y es un poco «obligatorio» formar parte de ello, las tiendas, los bares, supermercados, los colegios, las escuelas infantiles, se decoran días e incluso semanas antes.. todo gira en torno a gastar dinero y consumir productos relacionados con esta fiesta. Ya hay de todo para ese día, decoración, galletas, calabazas, velas, disfraces, caramelos, saquitos de caramelos ya hechos para entregar, tres por uno de cervezas en el bar… Las comunidades de vecinos hacen fiestas, las familias y los grupos van por las casas pidiendo caramelos hasta bien entrada la noche (en mi casa han llegado a llamar a las 23.30) con una actitud de exigencia más que de petición. Y luego muchos de ellos no hablan de muerte. No hay un pensamiento propio de cada uno sobre lo que opinan o creen de ese momento y en muchas ocasiones se evita hablar de ello a los más pequeños o se les cuentan mentiras para evitar sufrimientos.
Ayer en el parque un papá que estaba con sus hijos y llevaba una perrita estaba hablando con mi hija. Le decía que la semana que viene, en halloween iban a pintar a la perrita y la iban a poner una capa de Drácula. Mi hija preguntó ¿por qué? y le dijo que era halloween y había que disfrazarse de algo que diera miedo o un poco de susto para ir por las casas pidiendo caramelos. Mi hija le miró le dijo muy tranquilamente: nosotros ese día, llevamos flores al cementerio y visitamos a los bisabuelos que ya no están. Luego comemos huesitos de santo que están muy ricos.
Creo que mi hija tenía mucho más claro que el papá lo que implica para ella la fiesta. Y me encantó con qué claridad y sinceridad lo expresaba, sin miedo a que la otra persona le juzgase por no seguir la fiesta impuesta por la mayoría. Ya que se celebra creo que lo coherente es saber qué hay detrás de esa fiesta y elegir si es eso lo que perseguimos como valor o si nos hemos unido solo como oveja que sigue el rebaño y no pregunta hacia dónde va, o si sólo queremos pasar un buen rato y transmitirlo de esta manera, sin rodeos ni camuflajes.
Yo creo en la muerte como algo que forma parte de la vida, del ciclo de la vida, personas que nacen, personas que se van. En casa somos católicos, la muerte implica vida también. No vivimos la muerte como algo oscuro, tenebroso, que deba dar miedo. Sino como un momento en que la persona que nos deja pasa a otro lugar mejor. También hay duelo, sentimientos de pérdida, tristeza y despedida que superamos gracias al apoyo y a la ayuda del otro, a la fe y a los recuerdos que nos ha dejado esa persona que se va.
Me siento afortunada también porque he conocido dos bisabuelas y actualmente en mi familia puedo contar con 3 abuelos, dos paternos y una materna, el abuelo materno murió hace 6 años, el resto de la familia, padres, hermanos, tíos, primos están todos sanos… por tanto la muerte no es algo que haya formado parte de nosotros de otra manera que no haya sido natural (por envejecimiento entiendo y no por enfermedad o accidente). Mis hijos conocen a sus bisabuelos y les hemos hablado de los que ya no están, hemos visto fotos, saben que eran madres o padres de los bisabuelos y que murieron cuando fueron viejitos.
El encuentro con la muerte hasta ahora lo han vivido a través de mascotas de personas cercanas, por supuesto que no es lo mismo pero es un acercamiento a lo que supone una despedida, una pérdida, entender que el proceso no tiene marcha atrás y los sentimientos que eso genera, así como las herramientas que podemos desplegar para superarlo. El conejo de la tía, Lucerito, murió estos días mientras estábamos visitándoles. Pudieron despedirse, identificar sus sentimientos, reconocerlos, acompañarlos, llevarlo a un lugar tranquilo donde descansar, pudieron hablar con los primos sobre la tristeza que les generaba y sobre lo que le iban a echar de menos. Recordarle cuando lo han necesitado con flores, con alguna canción, alguna foto, etc. Muerte como parte de la vida, como oportunidad de aprendizaje también.
En su escuelita murieron los gusanitos de seda. Se despidieron todos los peques de ellos, dieron un mensaje mientras pasaban la cajita uno a uno y observaban cómo ya no se movían. Los enterraron en las macetas de las plantitas y vieron como se convertían en alimento para la tierra que nutriría las semillas que iban a crecer ahí. El ciclo de la vida.
Queremos que conozcan que existen otras culturas que celebran de otras maneras y que lo respeten, incluso que lo celebren si quieren, pero con una esencia que complete ese momento de júbilo con un transfondo de valor personal después. Está halloween y también fiestas y celebraciones llevadas a cabo en otros países para ese día: México tiene su día de difuntos, las casas y la ciudad se llena de altares, flores de colores, música, comida… las calles se llenan de luz bajo la creencia de que ese día los que ya no están bajarán a comer. Se recuerda a la familia, a los antepasados y se hace un culto a la muerte a través de la alegría de la vida. En Japón, hacen diferentes celebraciones que duran varios días, entre ellas lanzar farolillos de luz encendidos al cielo para guiar a los espíritus a su lugar. En Irlanda o Escocia tienen una tradición celta, parecida a halloween, ese día los difuntos bajarán a la tierra y será momento de reencuentro, por eso encienden hogueras, preparan comida…
Yo no quiero que mis hijos entiendan la muerte como algo de lo que huir, asustarse o temer. Tampoco que celebren fiestas solo con el objetivo de llenar una bolsa de caramelos, de conseguir la bolsa más grande de caramelos. ¡En mi barrio llevan ya una semana llamando a la puerta para pedir caramelos y aún no ha llegado ni siquiera el día!
El día 1 de noviembre para mí es un momento para saber sobre mi pasado, sobre mis raíces, momento para reflexionar también en el presente, en la vida que no es para siempre y lo afortunada que soy por estar rodeada de tantas personas queridas.
En Alcalá de Henares se representa «Don Juan Tenorio» de Zorrilla, como manera tradicional de homenajear la noche previa al día de los difuntos (desde el 2002 está declarada fiesta de interés turístico). No es para peques, al menos no toda la obra pues es larga, pero sí para adolescentes. Se representa en varios sitios al aire libre y es muy bonito para ir verlo.
Algunas parroquias de varias comunidades, entre ellas la diócesis de Alcalá han traído una idea surgida en Francia también como reivindicación a la fiesta masiva de haloween y como alternativa a las familias cristianas que no quisieran participar. Se llama holywins (algo así como la «santidad vence»). Se hacen juegos, hay disfraces, fiesta y también la parte espiritual de oración y de encuentro con la muerte como parte de la vida.
En otras comunidades de España existen también sus propias tradiciones, como en Canarias, que van por las casas tocando música, tambores y recogen dinero que luego se entrega para hacer las misas de los difuntos.
Nosotros en casa, como he contado antes, tras ir a misa para recordar a nuestras personas queridas, vamos al cementerio con flores y ofrendas para los bisabuelos y tatarabuelos que ya no están. Comemos en familia, hacemos tertulia, vemos fotos, recordamos y tomamos de postre los deliciosos huesitos de santo y Buñuelos.
Para aquellos que no sean católicos y quieran una alternativa para aportar algo más profundo que diversión a la fiesta de halloween relacionado con el sentido de la vida y de la muerte, se me ocurren varias cosillas:
1- Altar o lugar en casa donde poner las fotos de las personas que ya no están.
2- Realizar un árbol genealógico para saber quienes eran esas personas y qué lugar ocupaban
3- Recoger información sobre las personas que ya no están, cuándo nacieron, cuándo murieron, qué pasó, qué hicieron en su vida, cómo eran, etc
4- Mostrar algún recuerdo significativo que nos ayude a recordar los momentos buenos que vivimos con esas personas
5- Ver alguna película que aborde el tema y que sea acorde a la edad y a la creencia de la familia. Hay una sobre el día de los difuntos en México que es de dibujos animados «the book of life» ( «el libro de la vida») y habla sobre la tradición, la muerte, el amor…
6- Leer algún cuento sobre muerte, duelo. Hay muchísimos, os dejo un enlace donde podéis coger ideas: https://mialbuminfantil.wordpress.com/2017/02/21/10-cuentos-para-trabajar-y-acompanar-el-duelo/
7- Pintar unas velas para poner cerca de las fotos que simbolicen la luz que esas personas tenían y se apagó o sigue brillando en alguna otra parte, en forma de estrella.
8- Crear un álbum de vida representando todas las etapas de la vida, nacimiento, infancia, adultez, vejez y muerte
9- Hacer una rueda de sentimientos con aquellos que están relacionados con ese momento, lo que nos sugiera y alternativas para identificarlos y gestionarlos de manera positiva.
10- Hacer algún dibujo y ofrenda para las personas que ya no están con nosotros.
Seguro que se os ocurren muchas otras alternativas que estaré encantada de leer si queréis compartirlas.
Agradezco comentarios y aportaciones siempre que sirvan para crecer y sigan sumando aprendizajes.
Buena semana!