Educándome en el respeto

El aprendizaje se produce por observación, imitación y repetición de acciones. La observación del otro es el canal fundamental por el que nos llega la información.

Uno de mis mayores retos es saber que soy modelo para otras personas,  no solo para mis hijos sino también para otras familias, profesionales, adultos… Es una gran responsabilidad para mí que intento tener presente de manera constante en mi vida: en mis talleres, cuando voy al parque, en mi día a día con las personas que se cruzan en mi camino… mi modelo de crianza basado en el respeto mutuo no es algo que empiece y termine con mis hijos sino que intento que sea una filosofía de vida. Que el respeto al otro, las relaciones horizontales, el entendimiento, la empatía, la aceptación, el autocontrol de mis emociones, mi comunicación hacia las otras personas, la autorregulación de mis emociones, etc. sean siempre actitudes observables, haga lo que haga el otro, diga lo que diga, intentar que mi meta esté siempre presente. A veces no lo consigo, entonces reflexiono e intento aprender para buscar la causa del error y aprender de la situación. Pedir perdón también, aunque si me quedara sólo en eso tampoco estaría siendo coherente ya que el perdón si no va acompañado de un cambio se convierte en una fórmula estupenda para excusar mi comportamiento, te pido perdón mil veces y sigo repitiendo mil veces lo que genera malestar, ¿fácil no?

Para mí el respeto es una actitud de vida y hacia la vida. No es algo que se dice en una situación que termina cuando finaliza la formación o la sesión de familias, ni algo que se hace de manera puntual. Como madre la responsabilidad es mostrar y actuar desde el respeto SIEMPRE, también cuando mis hijos no me miran. Esto de debe otro valor importante para mí que es la COHERENCIA.

Se me presentan muchísimas situaciones en el día a día en las que mi cerebro emocional quiere tomar las riendas y conducirme a comportarme de manera no respetuosa…podría incluso justificarme: «es que no me han respetado», «es que eso que hace es completamente equivocado», «estoy en contra de la violencia y por ello le respondí así», «tengo que defender mis derechos»…. serían eso, excusas. Lo cierto es que mi comportamiento y mi actitud son únicamente RESPONSABILIDAD mía, lo que haga el otro puede ser un estímulo para desencadenar una reacción pero depende de mí poner en marcha mi cerebro reflexivo  y responder siguiendo el modelo CONSCIENTE que he elegido como filosofía de vida y el que predico en cada una de mis charlas y formaciones: EL RESPETO.

Sería injusto e incoherente hablar de respeto y después que alguien me viera en la calle insultando a otra persona o escribiendo en mi perfil de Facebook o en el Whatsapp comentarios hacia otros desde mi emoción no controlada.

Una de las cosas que me encantó cuando me encontré con la disciplina positiva fue esa coherencia interna, a nivel de grupo profesional, de tribu que estamos para ayudarnos a crecer a extender los conceptos en los que creemos y que tenemos en mente poder formar un mundo mejor. Ese nivel interno no se ve pero os aseguro que hay un grupo de personas coherentes con lo que enseñan y predican, que comparten materiales, proporcionan ideas, reflexionan juntas y nos acompañamos de la mano. ¿Competencia? claro que la hay, cada una de las personas tiene como meta superarse, vivir de una actividad que le apasiona, ser mejor cada día para ofrecer a otros mejores contenidos, mejores actividades…. es una competencia sana, personal, que implica sobre todo RESPETO AL OTRO. Es extraño encontrarse con alguna publicación de compañeras de disciplina positiva aireando cuestiones internas. Si hay algún factor que no te guste o que quieras compartir lo haces en privado. Tal y como predicamos con la educación de los niños/as: LA CORRECCIÓN MEJOR EN PRIVADO Y A SOLAS. Siempre con el fin de buscar soluciones y no de hacer sentir mal al otro.

En la disciplina positiva he encontrado esa COHERENCIA para observar respeto. Esa tribu de personas con un mismo objetivo que reman juntas para llegar a puerto.

Ser profesional de la educación, sobre todo de la educación consciente, implica para mí formarme constantemente para poder dar a las familias y profesionales acompañamiento y contenidos de calidad, actualizados y válidos. Para ello sigo en proceso constante de aprendizaje y revisión personal. Elegí los fundamentos teóricos en los que me sustento porque son los que considero COHERENTES con mis valores y mi filosofía de vida, no de manera aleatoria sino consciente y meditada tras haber estudiado muchas otras teorías. ¿Son los mejores? ¿Son los únicos? Por su puesto que no, son los míos, los que yo ofrezco. Y siempre hay que pensar que en psicología ninguna teoría es absoluta, por tanto,NADA ES TOTAL, TODO ES RELATIVO, CUESTIONABLE, MODIFICABLE, ADAPTABLE y MEJORABLE y que dentro de la variedad,cada persona es LIBRE de elegir con quien emprender un camino de formación, de cambio o de aprendizaje.

Por eso, no me posiciono por encima de otras teorías psicológicas, ni siquiera por encima de las que no comparto. Lo que hago es ofrecer mis argumentos, mi punto de vista. Creo que cada persona es libre de elegir con información, cómo educar y cómo vivir, incluso cuando eligen algo diferente a lo que elijo yo.

En mis más de 15 años de trabajo con diversos colectivos sociales, esos que pertenecen a minorías con dificultades: drogodependientes, menores que han cometido actos delictivos, padres que han maltratado o que maltratan a sus hijos/as, menores que han sufrido abuso, abusadores, bandas de adolescentes …y un sin fin de situaciones dolorosas que forman parte de mis recuerdos, de mi persona y que han sido motor para convertirme en quien soy. He aprendido que las personas hacemos las cosas pensando siempre que es lo mejor que podemos hacer. ¿Eso justifica acciones que dañan a otros? por supuesto que no. Podría haberme servido para destruir al otro y sentirme mejor persona, yo no pego, yo no abuso, podría haberme servido para elevar mi ego y hacerme sentir mejor que el otro. Sin embargo a mí me ha servido para buscar la comprensión de la conducta humana y así promover cambios que partan de uno mismo, dejando de lado el juicio personal (en muchas ocasiones me ha resultado casi imposible creedme) y centrándome en buscar soluciones que, si bien, no sirven para reparar lo sucedido, puedan evitar nuevos dolores.

¿Y cuándo esas personas se han ido?¿Y cuándo han decidido elegir otros profesionales con quien seguir su camino? ¿Y cuando han decidido dejar el camino?he aceptado, he reflexionado sobre lo que yo ofrezco, lo que puedo mejorar, lo que puedo proponer para acompañar a otros…. y sobre todo he aceptado esa libertad de elegir de las personas.

¿Por qué os cuento todo esto? porque ya hace algún tiempo que leo publicaciones de otros profesionales que desde su necesidad de defender sus enfoques, utilizan lenguaje agresivo hacia otros, concretamente hacia la disciplina positiva y alguno últimamente hacia mí. Usan juicios, no sólo hacia la teoría sino hacia la profesional que la aplica, perdiendo para mí todo el valor de respeto con el que predican.  Argumentos que además carecen de realidad, de conocimiento, parten de una rabia personal no trabajada, impulsiva, no controlada, que parece que justifica toda acción aunque pueda ocasionar dolor a otros. Situaciones que se airean como personales que deberían guardarse en el ámbito privado, de la intimidad profesional. Situaciones que ponen en la mesa que el RESPETO es más fácil nombrarlo que ejercerlo.  Como decía al inicio, el aprendizaje se produce por observación e imitación, ¿qué podrán imitar esas personas que siguen a un profesional que insulta, desprestigia, infravalora a otros, habla sin conocer, explota sin control y se muestra incontinente verbal en sus publicaciones justificándose en un dolor personal o posicionándose con la verdad absoluta de que «su teoría» es la única válida en el camino? ¿No es irrespetuoso pensar que sólo tu versión es la adecuada? ¿No es necesario para que haya respeto que haya la apertura mental de ver dos perspectivas y entender la otra aunque sea distinta?

Por mi parte, sigo en el camino constante del aprendizaje. Educándome para respetar. Siempre dispuesta a informar a quien me pregunte, a debatir, argumentar y a seguir creciendo. Creciendo con actitudes que SUMEN.

¡Saludos y buena semana!

6 comentarios en “Educándome en el respeto

  1. Hay cuestiones que son más que evidentes que no son una descarga sin control, una rabia mal expresada. Hay situaciones que el abuso es real. Y la víctima se defiende del ataque. Porque ser »cornuda, apaleada y contenta» como el entremés teatral es una mentira. Si me hablas de biología, todo ser vivo tiene dos polos. Hasta los coalas. Si me hablas de automanipulacion consciente, entoces te entiendo.

    Me gusta

    1. Gracias por tu aportación Beatriz,
      Me refiero a ser capaces de defender nuestros derechos, sin dejarnos apalear y sin apalear al otro. De conseguir hacerlo desde la coherencia personal de unos valores propios y no dejándonos llevar por esa rabia que, como bien dices, nos puede invadir a todos y desde mi punto de vista, no puede ser una justificación para agredir ni a uno mismo ni al otro. Cada uno puede trabajar personalmente para canalizar esa rabia «biológica».
      Saludos!

      Me gusta

Deja un comentario