Buenos días, ¿cómo van vuestras vacaciones? Nosotros estamos pasando unos días en la montaña, fresquitos y con una compañía maravillosa, compartimos días con bisabuela, los abuelos y los primos españoles. Quiero contaros hoy qué es el tiempo especial, para qué es importante y cómo lo estamos gestionando en casa.
La disciplina positiva tiene sus raíces en la psicología individual de Adler. Él postuló que el ser humano tiene dos necesidades que están en la base de su bienestar: la importancia y a la pertenencia. Todo ser humano necesita sentir que pertenece al grupo donde se encuentre, familia, amigos, escuela, sociedad, etc y necesita saber que es importante y aporta a ese grupo con sus cualidades y capacidades que le hacen único. Lo que leemos como mal comportamiento es una búsqueda por encontrar alguna de las dos necesidades que el individuo siente que ha perdido en algún momento. Digo siente porque los seres humanos interpretamos el entorno de manera subjetiva, según nuestras experiencias, según nuestras vivencias, según nuestros recuerdos. Por eso percibimos situaciones iguales que interpretamos de maneras diversas. Cuando un ser humano siente que no es importante, interpreta la realidad que le rodea dándole su propio significado. ¿Es objetivo? No ¿Es real que no sea importante? Seguramente no, pero es lo que su cerebro está leyendo.
El adulto tiene que ser capaz de dar pertenencia e importancia a todas las personas que conforman el grupo, sea familia o clase, no dar por hecho que lo está dando sino asegurarse de que cada uno está interpretando que es importante y necesario en ese grupo. Si un niño/a no encuentra pertenencia cooperando la buscará inconscientemente de cualquier manera. Si un niño/a percibe que no aporta en ese grupo buscará esa importancia a toda costa, a veces, recurriendo a estrategias que para el resto no son adecuadas pero que le dotan de protagonismo alimentando esa necesidad de manera inadecuada y así la espiral crece y crece…
El adulto tiene la responsabilidad de observar las señales que nos indican que el niño/a no se percibe importante ni perteneciente y es el encargado de adaptar el entorno y dar las condiciones necesarias para que por sus propios medios ese niño/a consiga cubrir sus necesidades de manera respetuosa consigo mismo, con el resto y con la situación en la que se encuentre.
Una de las condiciones necesarias para percibir, interpretar y verificar que somos importantes en un grupo es que nos lo digan y nos lo demuestren a diario. A veces damos por hecho que nuestros hijos/as o alumnos/as saben que son importantes porque hacemos cosas para ello. Eso no siempre es así. ¿Acaso no necesitamos oír “te quiero” de nuestras parejas o seres queridos aunque vivamos con juntos? ¿Acaso no necesitamos que tengan detalles con nosotros que de manera explícita nos den el mensaje de que somos importantes? Una de las herramientas más valiosas y útiles a las que le puse palabras tras conocer la disciplina positiva ha sido “el tiempo especial”.
El tiempo especial es un espacio determinado de tiempo, puede ser horas, puede ser un día, puede ser un momento del día, en el que nos reservamos para una persona concreta, solo para ella, sin interrupciones, sin excusas, sin ninguna otra prioridad que estar juntos.
¿Qué tiene que pasar para que sea “tiempo especial”?
-Tiempo elegido por ambas partes: día, hora, momento
-Actividad elegida por consenso
-Integrado en las rutinas, siempre el mismo día, mismo momento aunque varíe la actividad
-Ser la prioridad para ambos, si hay que cambiarlo que sea por algo urgente y siempre como última opción.
-Tiempo único, para conectar, divertirse, pasar momentos positivos, donde las riñas, los enfados y emociones que no sean de bienestar no pueden estar presentes.
-No es un privilegio, es una oportunidad para todos los miembros del grupo, no es una herramienta con la que conseguir cambiar conducta, si hay tiempo pactado se lleva a cabo pase lo que pase.
¿Cómo se plantea?
Desde la honestidad, dando un mensaje claro y haciendo una petición, respetando si la otra persona dice no, pues dejaría de ser petición para pasar a ser exigencia y ya sabemos que nuestro cerebro cierra la puerta de la comunicación y el entendimiento cuando percibe esta señal.
Una idea: “He pensado que me gustaría tener tiempo a solas con cada uno (contigo) para poder hablar, pasar tiempo juntos, hacer cosas que nos gusten y poder tener momentos a solas. ¿te apetece a ti también? ¿Pensamos qué día y qué momento va a ser siempre nuestro? ¿hacemos una lista con las cosas que podemos hacer juntos?
De esta manera se concreta qué día y momento será de cada uno.
En nuestro caso con la llegada de Martina los tiempos especiales conmigo se han modificado un poco, pues aún es muy dependiente y me deja poco tiempo para otras cosas. Por eso desde que nació Martina nuestro tiempo especial es el baño, me baño cada día con uno a solas y un día exclusivo para mí 😉 Es un tiempo a solas, reímos, jugamos, conectamos…cada uno a su forma, a Carlotta le gusta tener la sesión de belleza, me peina, me lava el pelo….a Tiago le gusta que hagamos saltos y juegos en la bañera. Conectamos, me cuentan, les cuento, les veo, nos damos besos, abrazos, compartimos preocupaciones y nos sentimos únicos y exclusivos en el mundo. (como la rosa para el principito)
¿YY si sólo hay un hijo/a? muchas familias me hacen esa pregunta, como sólo es uno el tiempo es siempre exclusivo. Sin embargo eso no es así realmente, pues no es lo mismo saber que están contigo tus padres y que hacen otras cosas a saber que los lunes por la tarde es tu tarde exclusiva con mamá.
Hay otra enseñanza importante que esconde el tiempo especial, es el respeto al cuidado del otro. Costará menos respetar los momentos de otros si yo sé que tengo el mío. Es una forma de aprender que todos tenemos la necesidad y el derecho de tener tiempos exclusivos, que nos hagan sentir importantes y únicos, también los adultos. Será más fácil reconocer la importancia cuando escuchan: ”Hoy mamá va a tener tiempo exclusivo con sus amigas» o «hoy mamá y papá tienen su momento especial” si hemos vivido en primera persona la necesidad y la experiencia de estar a solas.
Este verano, los días con familia suelen ser intensos. Una manera de reducir la competitividad, de cubrir las necesidades de importancia y pertenencia de todos los peques ha sido el día especial con el abuelo. Cada día de la semana un nieto se iba a la hora del aperitivo al pueblo con el abuelo, disfrutaban de un tiempo a solas. Ha sido mágico ver cómo cada día había respeto por el turno del otro, había reconocimiento y felicidad por disfrutar del propio, había paciencia para esperar, tolerancia para escuchar lo que habían hecho ese tiempo y mucho respeto y empatía
¿Y vosotros cómo organizáis el tiempo especial?
Feliz día festivo, espero vuestros comentarios y aportaciones para seguir sumando .