Hace mucho tiempo, trabajé en escuela infantil y como profe de diversas actividades extraescolares. Viví como educadora varios procesos de adaptación al modo tradicional, es decir, dejar al niño/a o bebé algunas horas en su nuevo espacio sin sus adultos de referencia y dejar que lloren hasta que se acostumbran. Me sentí muy frustrada. Me cuestioné si no había otra manera, pregunté y obtuve dos respuestas de dos personas distintas: “siempre se ha hecho así” y “pronto pasará, los niños lloran y luego se acostumbran, no pasa nada, es así no te preocupes”.
Semanas más tarde había muchos que ya no lloraban, había otros que al doblar la esquina se agarraban con fuerza a sus madres, había otros que entraban llorando muy resignados y había quienes entraban y salían llorando, otros que no querían quedarse y se resistían peleando, pataleando, gritando…”solo es un ratito, luego se le pasa” decían las educadoras a la mamá para que se quedara más tranquila, “está muy enmadrado” decían otras y así evitaban mirar su responsabilidad en el asunto…Y allí quedaba esa madre, esa abuela o ese padre en la puerta (porque en esas escuelas no estaba permitida la entrada al aula)… con el corazón roto, y las lágrimas a punto de salir de sus ojos, viviendo un conflicto interno y luchando con pensamiento de salir corriendo a coger de nuevo a su cría. A veces, incluso buscando razones con mucha culpa de por qué le pasa eso, qué habrá hecho mal…supongo que os suena
Hoy antes de seguir con el post, quiero pedir PERDÓN, pido perdón porque yo me lo creí, creí que era necesario llorar y sufrir en la infancia para avanzar en la vida. Creí que, si un niño llora, aprende. Creí que para aprender a separarse de sus seres queridos tenían que acostumbrarse a no ser atendidos, creí que un niño llora porque quiere llamar la atención, creí que estaban exagerando…. Y creyéndome todas esas cosas no hice nada para cambiarlas. NO intenté nada para que (en otras ocasiones) fuera diferente. Lo único que hice fue intentar calmar a esos pequeños y tras esa experiencia, huir y salir corriendo porque esa realidad no me gustaba, decidí entonces que trabajaría en la etapa adolescente. Al menos allí ya no lloraban y “sólo” tenía que curar las heridas que esos llantos dejaron en sus corazones.
Como madre, renací y todos aquellos días volvieron a mi mente. La primera infancia se puso delante de mí de nuevo con una necesidad y como oportunidad de curar mis heridas también y de hacer las cosas diferentes, no sólo por mi hija, sino por la sociedad. Mi formación y autoaprendizaje me había llevó al camino de la consciencia y entonces tuve claro que aprender y sufrir no pueden ir de la mano. Formé mi proyecto de madre de día. En ese espacio no habría cabida para el sufrimiento. La incorporación y el acompañamiento se haría de manera consciente, sabiendo qué meta queríamos conseguir y dotando de herramientas a los bebes y a sus familias para conseguirlo. Y lo conseguimos. Por lo que era y ES mi prueba para gritarle al mundo que en la ADAPTACIÒN a cualquier espacio se puede hacer sin DOLOR y con APRENDIZAJE. Pensaréis que un cole o una escuela infantil no es lo mismo, que las ratios, que las familias, que…hay millones de excusas. Lo cierto es que si queremos hacer las cosas diferentes tenemos que pensar diferente.
La primera vez que escuché el término CONQUISTA fue en septiembre de 2015, cuando mi hija mayor estaba a punto de comenzar en su espacio educativo (Asociación Cultural Borboleta). La acompañante, en la reunión con las familias, nos habló del proceso que íbamos a vivir cuando los pequeños se incorporasen al espacio, de las emociones que surgirían, del camino que emprenderíamos de la mano. El término me fascinó porque ponía al niño como personaje protagonista de su propia historia, definía el proceso no como un momento de dolor sino como un momento de SUPERACIÓN. Dejamos de hablar de ADAPTACIÓN para hablar de PERIODO DE CONQUISTA (La fuente oficial es la revista latinoamericana de educación infantil, podéis leer aquí su artículo de marzo de 2013 muy completo, sobre periodo de adaptación). Primero se produce la conquista del espacio, del entorno y cuando el niño lo siente como seguro y lo vive como lugar donde estará protegido, entonces conquista el vínculo con el adulto.
Como toda CONQUISTA necesita de una preparación, una planificación. No es algo que se improvisa, sino que todo movimiento está pensado, tiene un objetivo, una finalidad para llegar a la meta.
Como en toda CONQUISTA, cada persona tiene claro su papel, su lugar, su espacio. No da pasos que puedan poner en riesgo el objetivo
Como en toda CONQUISTA hay un mapa que se va revisando y si no se avanza según lo esperado, se cambia la ruta
Como en toda CONQUISTA hay un líder en quien confiar, por su sabiduría y experiencia
Como en toda CONQUISTA hay un equipo que coopera
Como en toda CONQUISTA hay una meta clara, que suele ser al largo plazo
Como en toda CONQUISTA puede haber heridas que es necesario curar para poder seguir avanzando. Los heridos esperan a estar recuperados para continuar.
Por todo eso me encantó el término. Desde aquí propongo un cambio, que dejemos de hablar de adaptación para hablar de conquista y copiar el término a la acompañante borboleteña para hacerlo de la sociedad😉
Si volvemos al término habitual, adaptación viene del latín ad que significa “hacia” y “aptare” que significa equiparar. Por lo que si nos ceñimos a su significado etimológico podríamos decir que adaptación es ir hacia la EQUIPARACIÓN. En este caso equiparación de dos partes en un entorno: adulto y niño en un espacio educativo. Mi pregunta es, ¿eso se cumple? ¿Hay equiparación? En la mayoría de las ocasiones no. Las condiciones de las partes no son iguales. Para empezar el adulto conoce qué se va a encontrar, tiene herramientas (o al menos capacidad para tenerlas) para reconocer y gestionar las emociones, tiene capacidad para anticipar y prepararse para el momento…. Muchos adultos leen, se informan, preguntan y buscan maneras de realizar este proceso semanas antes. Otros muchos están agobiados desde junio pensando en que llegará el día y será duro. Todo esto en la primera infancia es biológicamente imposible. Su cerebro aún es inmaduro y las capacidades ejecutivas (de las que hablé en el otro post sobre compartir) no están conectadas o los caminos de conexión son muy débiles. Su cerebro es instintivo, es emocional. No fingen dolor, sienten dolor. No lloran para irse con sus adultos, lloran porque tienen miedo de estar sin sus adultos porque su cerebro tiene la misión de velar por su seguridad y la seguridad por naturaleza y por instinto está en nuestras familias, sobre todo en nuestras madres.
Si observamos la naturaleza veremos ADAPTACIÓN a lo largo de la historia. ¿qué ocurre para que los animales se adapten al medio? ¿veis a alguno llorar o sufrir para modificar su estructura y acomodarse al contexto? La respuesta es NO, los cambios tienen un punto común que es el TIEMPO.
Y ese es el primer factor que tenemos que plantearnos en un plan de incorporación al centro sin sufrimiento: TIEMPO, ausencia de prisa. Dando tiempo la infancia se adaptará realmente al espacio nuevo, conquistará por sí misma el momento. Cuando hablo de sufrimiento, no me refiero al llanto, pues el llanto es comunicación y hay que saber descifrarlo. El llanto puede ser de tristeza, puede ser de miedo, puede ser de angustia…. La clave la tiene el adulto en reconocer qué nos está diciendo sin palabras y actuar en consecuencia. Para poder conocer el llanto, es necesario que haya un conocimiento de la persona, una observación previa, una convivencia inicial donde escuchar sus señales y aprender de los que las conocen (sus familias) y eso, también lo da el TIEMPO.
En la mayoría de los casos, el proceso consiste en dejar al niño/a en un lugar donde no conoce a nadie, donde no hay un adulto de referencia que le genere seguridad y donde principalmente pasa miedo. El niño llora, busca a su adulto, no lo encuentra, llora más fuerte, nadie lo atiende o lo atiende alguien que no le genera seguridad. El cerebro en ese tiempo desencadena la respuesta de estrés, liberando muchas sustancias que sirven para estar alerta, para huir, luchar o paralizarse. Esas sustancias son nocivas si sus cantidades exceden del máximo y no son eliminadas. Por ese motivo el cerebro no permite continuar en ese estado. Al no encontrar respuestas lo que hace el niño es dejar de llorar. ¿Esto quiere decir que han desaparecido las emociones? ¿Esto quiere decir que el niño/a ha aprendido lo que tiene que hacer cuando llega a un lugar que no conoce? ¿Esto quiere decir que el niño sabe cómo actuar en un medio nuevo? ¿esto quiere decir que le hemos dado alternativas para gestionar sus sentimientos? La respuesta es NO. Por lo que su cerebro no grabará respuestas grabará emociones, ¿cuáles? Miedo, angustia, dolor, peligro…. Y cada vez que tenga que enfrentarse a una situación nueva, a una “ADAPTACIÓN” esos recuerdos serán los que le lleven a actuar. Si pensamos que en nuestra vida nos estamos “adaptandonos” continuamente, creo que es necesario poner atención a las primeras veces para que así las siguientes tengamos herramientas útiles y no supongan estrés ni angustia.
Estos días en Facebook seguiré publicando reflexiones para conseguir cambiar términos, en mi próximo post daré algunas claves también.
Y si quieres formarte y acompañar desde una perspectiva respetuosa puedes apuntarte a mi taller del 1 de septiembre que se realizará en Torrejón de Ardoz, podéis ver la información en el apartado de talleres o enviarme un mail a: laura@crecersumando.com
Espero vuestros comentarios y reflexiones. Si os ha gustado podéis difundir y compartir.
Gracias por seguir creciendo sumando aprendizajes.
¡Buen fin de semana!
Buenísimo ,mis más sinceras felicitaciones y también agradecimientos por tus ganas ,valor y fuerza.
Con tu permiso compartiré tu texto en nuestro cole que mola en muchas cosas pero que en tema de adaptación se queda muy atrás y no hay perspectivas de cambio. Un abrazo enorme
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Muchísimas gracias, agradezco tu confianza y que compartas, para mí es un sueño que se va cumpliedo ese de cambiar realidades respecto a la infancia. Un abrazo de vuelta 😉
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Hola Laura!! Me ha encantado el post. Soy maestra y en septiembre tendré peques de 3 años en mi aula. Tengo dudas en cuento al compañamiento de los papás. Cuál es tu propuesta, qué varíe en función de las necesidades de su hijo o q les acompañen todos en el aula unos días. Ojalá estuviéramos más cerca para compartir experiencias!!! Muchas gracias.
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hola! te felicito por tu trabajo y agradezco tu interés. Mi próximo post estará centrado en el papel adulto para hacer de este proceso un aprendizaje. Desde mi punto de vista, si se puede, es muy positivo que los adultos de referencia estén en el espacio algún día, aunque no por todo el espacio y no sin hacer algo útil porque dificulta el proceso de conquista del propio niño/a. Mi opción es: adultos en algún espacio visible, donde el niño/a pueda acudir si lo necesita y haciendo alguna labor concreta (se puede aprovechar para marcar ropa, etiquetar libros,etc) espero haber sido útil. gracias por tu confianza 😉
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Hola !!! que actividades recomiendas pars estos primeros dias en el cole? Gracias
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Hola!!! pues mi recomendación es que haya materiales a su disposición pero que no sean excesivos, que estén a su alcance y que puedan ir conociendo cómo se distribuye el aula. Puedes introducir cambios y preguntar qué notan diferente. Algo muy importante es generar pertenencia desde el inicio, que cada una de las personas que van a formar parte del grupo sientan que son necesarias. Para eso, dependiendo de la edad, puedes hacer actividades concretas o algún cuento… gracias por tu interés y confianza, espero haber sido útil 😉
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