Sumar en familia significa construir relaciones basadas en la confianza y el respeto mutuo, así como empoderar a los adultos referentes para que sean capaces de educar priorizando la meta a largo plazo y teniendo como objetivo el entrenamiento en habilidades para la vida.
La palabra disciplina viene del latin y significa educar. Su término está centrado en el alumno (discipulus). Con el paso del tiempo ha ido adquiriendo una connotación negativa porque se asocia a la idea de disciplinar, vinculando la palabra a la acción de castigar. Sin embargo la esencia de la palabra es enseñar, mostrar el camino, educar.
A veces nos centramos en el objetivo a corto plazo (eliminar comportamientos no deseados) usando para ello respuestas reactivas que ponemos en marcha de manera no consciente y que, además de generar tensión y malestar, nos llevan a dejar en un segundo lugar el objetivo de mostrar el camino para el desarrollo de destrezas que favorezcan la autorregulación del comportamiento y que sean útiles tanto para el futuro joven como para la sociedad.
En otras ocasiones, por miedo a caer en el autoritarismo, podemos pasar al otro extremo, el de la permisividad. Evitando poner límites a los niños, delegando en ellos una responsabilidad que no les corresponde. En estos casos se genera mucha inseguridad, miedo y observamos a niños tiranos, sin responsabilidad, sin capacidad para convivir en armonía, en constante estado de vigilancia porque no saben qué pueden esperar.
La disciplina positiva propone usar herramientas basadas en el equilibrio entre la amabilidad y la firmeza para fomentar la cooperación y la colaboración de todos los miembros de la familia terminando con las luchas de poder y comenzando un camino de armonía y serenidad en nuestro día a día.
Si te interesa profundizar en el tema puedes apuntarte a alguno de mis talleres de próximas fechas.