El 2017, año de la Responsabilidad Social y del No

Antes de comenzar a escribir, quiero felicitaros el año, espero que sea un año lleno de aprendizajes que nos hagan CRECER y de situaciones y actitudes que vayan SUMANDO personas importantes a nuestras vidas.

El otro día en la radio mientras conducía escuché un poquito a Álvaro Bilbao que es un neuropsicólogo que ha escrito varios libros y me gusta mucho por su enfoque optimista y científico (podéis ver mas en su web: http://elcerebrodelniño.com/blog). Hacía referencia a 5 propósitos que deberíamos cumplir en el 2017 para tener un año mucho más feliz, eran los siguientes:

1- Hacer ejercicio físico, ya que se liberan hormonas que contrarrestan el cortisol que es la hormona del estrés. Por tanto, no solo para perder peso o para tener una vida saludable a nivel físico sino también para cuidarnos a nivel emocional es muy necesario el movimiento. (Esto lo podemos aplicar también a las escuelas sería maravilloso que en el 2017 los peques tuvieran más momentos de movimiento, ayudaría al aprendizaje y a la convivencia armónica)

2-Dormir mas, este es gracioso (yo como madre de dos peques de 2 y 4 años me partía de risa cuando lo oía porque pensaba «¿si pero cómo lo hago? ¿les digo que he escuchado a Álvaro y que necesito dormir mas este año? jajajaja me imaginaba la cara de mis peques al escucharme)  pero es cierto que el autocuidado es necesario y que si los peques aún se despiertan por la noche habrá que ser creativos y buscar soluciones no hirientes para poder recuperar esa horita de más y estar mejor por el día. Se me ocurre, irnos a la cama antes, turnarnos para atender los despertares de los peques (siempre que no sea para tomar teta jeje, en mi caso ahora ya podemos hacerlo pues ambos están destetados por la noche), turnarnos para dormir algo de siesta el fin de semana….pensaré alguna cosa más porque le sigo dando vueltas

3-Ayudar a otras personas. Esta me encantó porque uno de los pilares de la teoría de Alfred Alder es precisamente este. Alder lo llama «Interés social» a mi me gusta mucho más el nombre que le da Jane Nelsen «Responsabilidad social». Alfred Alder observó y en base a eso postuló que nacemos con la disposición de agradar a los demás, de llevarnos bien con el otro y de colaborar por su bienestar. Prueba de ello es la disposición del bebé de agradar al otro. Es algo innato con lo que todos nacemos y si los adultos no sabemos alentar para ayudar a su mantenimiento, hay una posibilidad alta de perderlo.¿por qué? porque el cerebro es muy inteligente y piensa que si colaborando para el bienestar del otro uno obtiene malestar propio, mejor herir primero. Por eso es clave el papel del adulto en el acompañamiento de la permanencia de esta capacidad.

Además es clave para una sociedad justa. Es el valor de la responsabilidad propia, intrínseca, sin actuar por miedo al castigo sino por un valor de justicia. Pensemos en algo tan simple como los puestos de aparcamiento reservados para personas con movilidad reducida: ¿Cuántas veces hemos visto a alguien aparcar en ellos a pesar de tener toda su movilidad? ¿Cuántas veces alguien ha aparcado porque «era solo un momento»? Imaginemos que todo el mundo tuviese adquirido el «interés social». Estos puestos estarían libres, no por evitar multas, no porque alguien nos vea sino porque de verdad creamos que es importante para otra persona y que hay alguien que lo necesita más que nosotros. Llevemos este pensamiento a otras situaciones de nuestra vida diaria: asientos en el metro, ayuda cuando otro va cargado (por cierto el otro día en el metro mi hermana y yo con 5 peques y dos carros y de toda la gente que pasó a nuestro lado, únicamente una señora se ofreció a ayudarnos a subir las escaleras. Gracias señora) colaboración en puestos de trabajo, convivencia en las aulas, convivencia en familia…

Es sencillo alentar a nuestros hijos/as para que no pierdan esta aptitud innata. No hace falta colaborar con una ONG, que sería maravilloso por supuesto. Podemos aprovechar situaciones diarias en las que nosotros podamos ser un modelo. Sobre todo dejemos que tomen la iniciativa, os sorprenderá ver cómo responden cuando detectan (y tienen un radar magnífico para ello) que otro necesita ayuda. Yo me propongo sustituir el muy bien en estas acciones por un GRACIAS, así estaré eliminando el mensaje de manipular su conducta por la de agradecer sus acciones, que inconscientemente significa te quiero como eres hagas lo que hagas y no esperes nada del otro, haz las cosas porque tú creas que es lo correcto.

Se me ocurren varias opciones en nuestro día a día: ayudar con las bolsas de la compra a otra persona, abrir y sujetar las puertas a otras personas, recoger los juguetes del parque de otros peques, ayudar a ponerse los zapatos a otra persona, traer las toallas al baño cuando estén en la ducha, calentar las toallas para que cuando salgan estén calentitas, dar un abrazo, acompañarte a hacer algo difícil, encender la luz si sé que te da miedo, preguntar qué tal te ha ido el día, preguntar cómo estás, curar con mimo una herida, ofrecer un pañuelo a otro para curar una herida, ofrecer ayuda, verbalizar por qué no aparco en el puesto de movilidad reducida, intervenir cuando vea que alguien lo está pasando mal o no está siendo bientratado (este tema es largo y complejo, prometo escribir sobre ello)…

4- Decir que NO. Este también me parece clave en la crianza. Como sabéis mi experiencia profesional desde hace 15 años ha sido fundamentalmente con adolescentes. En mis grupos una de las habilidades necesarias que tenemos que enseñar porque detectamos que no la tienen adquirida es esta: DECIR QUE NO. Si buscamos además hay muchísima bibliografía, la mayoría centrada a enseñarnos a decir que no sin sentirnos culpables. Si pensamos en nosotros, ¿sabemos decir que no? ¿nos sentimos culpables? ¿Qué esconde el NO? En mis talleres de familias es algo que suele salir y sobre lo que solemos reflexionar. La conclusión más común es que no hemos escuchado «noes» en nuestra infancia dados desde el cariño y desde la  tranquilidad sino mas bien desde el poder y por tanto asociados después a un sentimiento de culpa que se ha intentado compensar de alguna manera, dejando la huella en nuestra mente de que decir no conlleva «rechazo» a la persona y por tanto es necesario compensarla después con algo.

Lo cierto es que la crianza es sobre todo un momento fabuloso para poder poner en marcha otras habilidades. Las que queremos que nuestros hijos/as desarrollen el día de mañana. sabemos que los peques aprenden por imitación mayoritariamente por lo que si somos un modelo asertivo, no hiriente y amable para decir NO ellos lo tendrán adquirido y lo pondrán en práctica de manera natural. No necesitarán leer libros, ni acudir a talleres ni a sesiones para aprender porque ya lo sabrán hacer. Serán capaces de decir NO cuando no quieran fumar o beber, cuando sientan que no les apetece besar o ser besados, cuando no quieran ir a algún sitio, cuando quieran estar solos, cuando no quieran prestar algo,cuando vean algo que no les gusta hacia otras personas….

¿Qué maravilla verdad? como madre si tengo la seguridad de que mis hijos sabrán decir que no me cuesta mucho menos hacer el esfuerzo diario de decirlo yo. ¿Cómo lo conseguimos? yo pongo en marcha estos pasos para decir que NO: tener las situaciones claras, es decir, pensar con anterioridad a dónde me lleva ese no y si es lo que quiero que aprendan, estar tranquila, integrar mi cerebro para transmitir el mensaje desde la calma, usar pocas palabras, ser consciente de mi lenguaje corporal, firme pero relajado para ser coherente con el mensaje verbal, buscar conexión, usar pocas palabras para dar un mensaje claro sin rodeos y expresarlo con un tono suave pero firme.

Sin duda, una de las situaciones en las que más me ha costado decir que NO ha sido en el proceso de destete nocturno, cuando sentía que mi cuerpo me pedía parar porque ya no estaba siendo placentero ni agradable ese momento. ¿Qué pensé? que sería horrible que mis hijos no aprendieran que el respeto al cuerpo empieza por uno mismo y que mi cuerpo necesitaba parar, por tanto respetar mi cuerpo era decir no. Que si aprendían a decirlo con firmeza y cariño serían capaces de hacerlo el día de mañana. Que el amor es una cosa de dos y si uno no está a gusto hay que escucharlo. ¿Qué sentí? alivio al enfocarlo como aprendizaje de vida ¿Cómo actué? preparé un mensaje claro, con cariño y honesto: «mamá está cansada, ya no es tan agradable este momento, necesito parar. Quiero que hagamos otras cosas juntos. te quiero y la tetita estará guardada hasta mañana»  ¿Me sentí culpable? no, me sentí aliviada porque había escuchado mi necesidad y había sido capaz de transmitirla con calma y tranquilidad siendo un modelo para ellos.

Algún ejemplo más sencillo es cuando mi hija pide más chocolate después de haber terminado la ración «pactada». ¿Qué pienso? que no es sano comer más chocolate, ni para sus dientes ni para su cuerpo. Que es un aprendizaje respetar lo pactado previamente. Que da seguridad que mantenga mi palabra. ¿Qué sentí? seguridad ¿Cómo actué? preparando mi cerebro para estar tranquilo, anticipando que era posible que ella se frustrase y pensando alternativas para mantener  la calma si eso pasaba. Pensando un mensaje claro, firme y amable, sobre todo corto. Tomando aire, relajando el cuerpo buscando conexión y contacto suave mi respuesta es: «No».

El último propósito de Álvaro Bilbao era aprender algo nuevo, aquí no me enrollo porque me parece muy explícito y estoy totalmente de acuerdo. Espero aprender muchas cosas nuevas en este 2017. ¿Y tu?

FELIZ AÑO DE NUEVO.

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